martes, 2 de febrero de 2010

LAS AVENTURAS DE POMPÓN PIMPOM - CAPÍTULO III

LAS AVENTURAS DE POMPÓN PIMPOM 
CAPÍTULO III



"LA    PESCA   DE   POMPÓN   PIMPÓM"
Una mañana Pompón Pimpóm decidió que como era un día caluroso, podría ir de pesca al lago de los Reflejos Azules, que estaba a las afueras del pueblo.
Se fue a buscar los aparejos de pesca. Metió en su mochila dinero para alquilar la barca, una caña y una tableta de chocolate por si tenía hambre.
De camino pensó que igual pescaba unas botas o una caja de zapatos, porque allí la gente tiraba muchas basura, pero luego pensó que los peces y los cangrejos picaban el anzuelo porque tenía comida, pero unas botas o una caja de zapatos no comía nada de nada.
De repente se acordó de que no tenía anzuelo y se le ocurrió que podría poner como anzuelo el chocolate, aunque se quedara sin merienda. Luego podría darse una comilona como un rey: pescado asado o cangrejo a  la plancha. Todavía estaba pensado en el atracón que se iba a dar cuando volviese de pescar, cuando vio que había llegado al embarcadero.
Allí alquiló una barca y se alejó del embarcadero remando. Más adentro del lago, Pompón Pimpom enganchó la tableta de chocolate en la caña.
Pompón Pimpom esperó y esperó. De repente, algo picó el anzuelo, y de un tirón lo arrancó de la caña. ¡No sólo me he quedado sin tableta, también sin comilona! - pensó Pompón Pimpom. 
Pompón Pimpon vio el pececillo que había cogido el chocolate. Con el pez había un cangrejo, estaban intentando quitar el envoltorio. Pompón Pimpom, viendo la oportunidad de atrapar la tableta, la enganchó con la caña del envoltorio...
Pompón Pimpom tiró rápidamente, pero el envoltorio se rajó y la tableta volvió a caer al fondo, pero sin envoltorio.
El pececillo y el cangrejo estaban como locos de contentos, se comieron hasta las migas.
El cangrejo se fue y al rato volvió con un cofre que colgó en la caña.
Pompón Pimpom recogió la caña y abrió el cofre. Dentro había unas algas que olían bastante bien.
Primero puso mala cara, pero después, como tenía tanta hambre, se comió las algas. Le parecieron riquísimas.
Al final pensó que no había sido una pesca tan desastrosa.

CELIA

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